Dime y lo olvido, enséñame
y lo recuerdo, involúcrame y
lo aprendo.
Benjamin Franklin
Esta fue una de las frases célebres de uno de los fundadores de lo que
conocemos hoy como Estados Unidos. A lo largo del tiempo nos hemos dado cuenta
de que la mejor forma de enseñar es conquistando las emociones de nuestros
alumnos. Hace unos años empezó el estudio de cómo afectaban las emociones a la
hora de transmitir conocimiento hacia otros/as, y actualmente los estudios en
educación se centran en llegar hasta los sentimientos de los estudiantes. Como
bien dijo Benjamin Franklin, si me involucras, aprendo. Ese es el objetivo, y
ese es nuestro objetivo: conseguir que el alumno forme parte de nuestro
conocimiento tocando la fibra más sensible, que no es otro que el corazón.
Durante una clase se pueden realizar muchas y diversas actividades, juegos,
canciones, ejercicios, entrenamientos, etc. Como vemos, hay mil posibilidades
de enseñar pero siempre debemos buscar ese punto de conexión con nuestros
alumnos que haga que se accione un botón en su mente y realmente aprendan. ¿Cuántas
veces hemos ‘aprendido’ algo y lo hemos olvidado posteriormente? Los ejemplos
son innumerables: exámenes en los que una vez realizada la prueba olvidamos
todo lo que hemos ‘estudiado’, entre comillas, sí, porque eso no es ‘estudiar’,
es memorizar. Para mí, estudiar implica retener el conocimiento. Más fácil, ¿cuántos
libros hemos leído y de forma instantánea olvidamos su contenido? Simple, los
leímos, nos gustaron o no y fuera. No nos involucraron lo suficiente como para
quedarnos con la trama y sus personajes. Pero siempre podremos recordar ese
lugar fantástico donde nos transportaba ese libro que tanto nos gustó, y
siempre nos sentiremos como si hubiésemos sido protagonistas de él.
Esa es la filosofía que nosotros utilizamos a la hora de enseñar. Porque no
enseñamos, involucramos, y hacemos que el/la niño/a, y también los padres y
madres, formen parte del aprendizaje. Enseñamos con pasión e interés, ahí residen
nuestros mayores logros. Con interés y las herramientas apropiadas se obtiene
no solo motivar, emocionar, ilusionar, sino que conseguimos que el/la niño/a
disfrute, se involucre y adquiera el conocimiento.
Miriam Navarro, profe de Happy Sport.
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