Hace unos días me preguntó una
mamá de una niña de 6 años que a qué edad le recomendaría yo mandarla a
estudiar un curso académico completo a un país de habla inglesa, y si me
parecía una buena idea o era una locura, qué edad sería la idónea y si debía ir
sola o acompañada de alguna amiga o persona conocida al objeto de que no se
sintiese demasiado “abandonada” en un país extraño para ella. Yo, le dije que
eran muchas preguntas juntas y muy delicadas, pues cada uno lo ve de una manera
distinta; no obstante, le ilustré la respuesta con mi propia experiencia
personal y de la que obtuve buenos resultados para el resto de mi vida, tanto
desde un prisma personal como profesional.
Personalmente opino que si la
economía nos lo permite, que nuestros hijos estudien un año entero en
Inglaterra, EE.UU., Irlanda, etc. equivale al estudio de inglés en España
durante 7 años, por lo que la respuesta es SÍ, sí lo recomiendo. Eso sí hay que
hacerlo en el momento oportuno y para ello la edad es clave para conseguir
rentabilidad por la inversión, es decir, mandar a nuestros hijos un año fuera
es una inversión importante que hay que rentabilizar y para ello hemos de
valorar si a los 6 años la niña va a sacarle provecho a su estancia, ya no
porque no ponga interés sino porque sea demasiado pequeña y, si por el contrario,
pensamos en una edad de 15-16 años tal vez tampoco lo sea por estar a las
puertas de la adolescencia y estar pensando en otras cosas que no son
precisamente estudiar inglés sino hacer panda con un nuevo grupo de amigos
sintiendo la libertad de no tener que depender de la hora fijada por sus padres
para salir de fiesta. Por tanto, considero que una edad adecuada sería
alrededor de los 11-14 años, dependiendo del desarrollo personal del niño.
En cuanto a si debe hacerlo sola
o acompañada, definitivamente mi respuesta es sola, allí ya encontrará amigos
pero que sean de habla inglesa, no española, de lo contrario, no conseguiremos
nuestro objetivo que es que se desenvuelva lo mejor posible en una lengua
extranjera y, además y muy importante también, en un entorno completamente
distinto con unas costumbres y cultura diferentes a las que ha estado
habituadas durante su corta vida. A partir de ese momento, experimentará un
momento de inflexión en su vida que le acompañará el resto de sus días y no
olvidará jamás sacando todo lo positivo que dicha experiencia le ha
proporcionado. En mi caso, por ejemplo, comer tostadas con Marmite (extracto de
levadura de color marrón) era impensable, después de mi primera estancia en
Reino Unido, todo era posible, pero no sólo de comer algo que me repugnaba sino
también era capaz de hablar y expresarme sin miedo, algo que incluso en mi
propia lengua materna me había resultado difícil hasta los 13 años. Crecí como
persona y vi el mundo con otra perspectiva muy distinta al entorno de
acogimiento familiar, que siempre es aconsejable.
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